
El hospi va al teatro
El pasado miércoles personas usuarias, trabajadoras, residentes y estudiantes participaron de la presentación de Fedra en Karaoke en el teatro 3 de Febrero de nuestra ciudad.
Habrá quienes entenderán la ida al teatro como un pasatiempo, una recreación, un espacio de enriquecimiento cultural o una anécdota más. Para muchos otros significa una preparación compleja: conseguir las entradas, las autorizaciones de salida, tener suficientes tarjetas de colectivo (asegurar los pasajes), hacer algo distinto. Para las trabajadoras y los trabajadores requiere dejar organizado su espacio laboral durante la mañana en la que faltarán, compartir con otros dispositivos, trabajar lo clínico en otro ambiente y desde otra perspectiva.
En un artículo de la revista Sin Chaleco, se describía una excursión realizada como “un paseo que propone un recorrido. Es un modo de recorrer un espacio más o menos conocido, a descubrir, que resuena a veces, que parece sin sentido otras. Supone e invita a una diferencia en los tiempos y en los modos de andar cuando lo que se asoma es esa presentación del Hospital que no abriga, ni amucha”.
Que personas usuarias internas, externas, trabajadoras, residentes y estudiantes se unifiquen en una misma grupalidad que compartirá un musical en un lugar emblemático de la ciudad, en el que el arte invita a la participación activa, a formar parte del espectáculo como espectador activo.
Aguardar cómo se levanta cada uno ese día, si acompañará el sol, si hay ganas de viajar hasta el centro. Salir del hospital, que el resto mire y se asombre del número de personas que integra el grupo de paseo. Aquellos que deciden quedarse, alguien que espera a su mamá que prometió venir a visitarlo en esos días, no vaya a ser que llegue justo y no lo encuentre. Otros que no tienen ganas, que dudan, que la espera de la línea 1 se le hace larga y decide cruzar la calle de regreso al hospital.
Tomar el colectivo, ver cómo ha cambiado la ciudad en el tiempo que no la han transitado, que el recorrido los lleve por nuevos caminos porque Ambrosetti sigue inhabilitada por refacciones. Respirar el aire que ingresa por la ventana en los tramos en los que el chofer aprieta más el acelerador. Llegar al centro, introducirse en el mundo de gente que camina apurada un miércoles a media mañana. Llegar a ese nuevo mundo y verlos a cada uno en su burbuja.
Prestar atención para cruzar la calle, aprovechar el número del grupo para frenar los autos que quieren oponerse a la prioridad del peatón. Mirar la cantidad de negocios que pueblan las cuadras hasta la llegada al teatro, compartir opiniones acerca de un vestido de fiesta que se expone en la vidriera e imaginar cuándo lo usarían. Que facu se vaya con el aroma de una panadería que está produciendo.
Ingresar, acomodarse en el asiento y esperar ansiosamente que comience el show. Introducirse en la dinámica que propone Fedra y sumarse a su Karaoke. Que el actor, Juan Kohner, dirigido por Valeria Folini, entrelace la melancolía, la mitología griega y la comedia para abordar temáticas como la soledad, el suicidio, la culpa y el género.
Que Pablo proponga subir al escenario para cantar un tema de Gilda, acompañado de un grupo de niños de una escuela. Bailar, aplaudir, reírse y emocionarse durante una hora a sala llena. Volver a esperar el colectivo, con más gente por la hora pico del mediodía y regresar al hospital luego de una mañana en la que la salida fue la excusa para habitar otros espacios, para movilizar los cuerpos, el deseo, las miradas y promover la salud.